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O salutaris HostiaQuae coeli pandis ostium.Bella premunt hostilia;Da robur, fer auxilium.

Uni trinoque DominoSit sempiterna gloria:Qui vitam sine termino,Nobis donet in patria.Amen.


. "Ecce panis angelorum, factus cibus viatorum: vere panis filiorum": "Este es el pan de los ángeles, pan de los peregrinos, verdadero pan de los hijos" (Secuencia). Hoy la Iglesia muestra al mundo el Corpus Christi, el Cuerpo de Cristo. E invita a adorarlo: Venite, adoremus, Venid, adoremos. La mirada de los creyentes se concentra en el Sacramento, donde Cristo se nos da totalmente a sí mismo: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Por eso siempre ha sido considerado el más santo: el "santísimo Sacramento", memorial vivo del sacrificio redentor...

"Lauda, Sion, Salvatorem!" (Secuencia). La nueva Sión, la Jerusalén espiritual, en la que se reúnen los hijos de Dios de todos los pueblos, lenguas y culturas, alaba al Salvador con himnos y cantos. En efecto, son inagotables el asombro y la gratitud por el don recibido. Este don "supera toda alabanza, no hay canto que sea digno de él" (ib.). Se trata de un misterio sublime e inefable. Misterio ante el cual quedamos atónitos y silenciosos, en actitud de contemplación profunda y extasiada.

"Tantum ergo sacramentum veneremur cernui": "Adoremos, postrados, tan gran sacramento". En la santa Eucaristía está realmente presente Cristo, muerto y resucitado por nosotros. En el pan y en el vino consagrados permanece con nosotros el mismo Jesús de los evangelios, que los discípulos encontraron y siguieron, que vieron crucificado y resucitado, y cuyas llagas tocó Tomás, postrándose en adoración y exclamando: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28; cf. 20, 17-20). En el Sacramento del altar se ofrece a nuestra contemplación amorosa toda la profundidad del misterio de Cristo, el Verbo y la carne, la gloria divina y su tienda entre los hombres. Ante él no podemos dudar de que Dios está "con nosotros", que asumió en Jesucristo todas las dimensiones humanas, menos el pecado, despojándose de su gloria para revestirnos a nosotros de ella (cf. Jn 20, 21-23).

En su cuerpo y en su sangre se manifiesta el rostro invisible de Cristo, el Hijo de Dios, con la modalidad más sencilla y, al mismo tiempo, más elevada posible en este mundo. A los hombres de todos los tiempos, que piden perplejos: "Queremos ver a Jesús" (Jn 12, 21), la comunidad eclesial responde repitiendo el gesto que el Señor mismo realizó para los discípulos de Emaús: parte el pan. Al partir el pan se abren los ojos de quien lo busca con corazón sincero. En la Eucaristía la mirada del corazón reconoce a Jesús y su amor inconfundible, que se entrega "hasta el extremo" (Jn 13, 1). Y en él, en ese gesto suyo, reconoce el rostro de Dios.
. "Ecce panis angelorum..., vere panis filiorum": "He aquí el pan de los ángeles..., verdadero pan de los hijos". Con este pan nos alimentamos para convertirnos en testigos auténticos del Evangelio. Necesitamos este pan para crecer en el amor, condición indispensable para reconocer el rostro de Cristo en el rostro de los hermanos.

S.s Juan Pablo II,

2 comentarios:

Angie Liz dijo...

Por favor sus oraciones por el eterno descanso de Maria Idalia González de Leon, y para que Dios les de consuelo y fortaleza a su Esposo, hijos, familiares y amigos.

Gracias.

Andrés AFhobbieQ dijo...

Por el perdón y el eterno descanso de Oscar Saldarriaga.
Gracias, Dios les bendiga y retribuya con copiosas gracias.